En Alcázar de San Juan a 31 de mayo de 2015
Estimado amigo:
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo
no soy ni alto ni fuerte, al contrario soy de constitución más bien débil, y de
tez y cabello más blanco que el de mis compañeros del colegio. Tal vez sea
porque soy procedente de un país más al norte del suyo, Finlandia. Mi piel es
de un color bastante cercano a la nieve, aunque algo coloreado por la sangre
que corre por mis venas y arterias; mi pelo se asemeja bastante al color del
fuego, lo cual por razones que desconozco provoca burla entre mis compañeros.
Un chico nuevo, de un país lejano, y con rasgos físicos
diferentes; desafortunadamente era normal que fuera rechazado en una primera
instancia, imagínese al añadir que tampoco conocía el idioma; el hazmerreír del
colegio, solo unos pocos chicos intentaron mantener alguna relación conmigo
pero fueron rechazados por mi personalidad de naturaleza fría e introvertida.
En casa la situación no era mejor, con los pocos ahorros que teníamos después
de dejar nuestro país de origen nos inscribimos a clases del idioma local, en
este caso el español. Tras un mes acudiendo a esas clases el panorama no tuvo
una gran mejora, pero al menos ya podía entender las burlas de mis compañeros.
Finalmente el día llegó, todo transcurría normalmente, ya había
sido aceptado mayoritariamente por todos mis compañeros, aún quedaba algún
rezagado que bromeaba respecto a mi aspecto, pero eran bromas con intención de
risa conmigo, aun así no me gustaba, por lo que era rápidamente recriminado por
las miradas de los otros niños y todo quedaba en una sencilla disculpa al
final, todo quedaba en nada. Realmente me sentía cómodo otra vez. Pero
entonces, él llegó, el chico educado y maltratado a iguales partes por la
calle, Jorge, hijo de casa adoptiva (aunque realmente no aguantó ni un mes en
cada una). Allí estaba él, tras ser expulsado del otro colegio que nuestra
ciudad tiene solo tuvo el nuestro para acudir. Parecía un chico como otro
cualquiera, exceptuando una pequeña muesca en su ceja, parecía artificial, pero
nadie llegó a descubrirlo.
Jorge solía acudir a clase, pero no se notaba su presencia, era
más cercano a un ente que a una persona; pero aquel día venía de buen humor y
vio de buen agrado hacerme burla respecto a mi pelo, a esas alturas ya me había
acostumbrado, pero aquel día algo me había pasado a mí, horas antes me enteré
de que mi abuela estaba padeciendo de una grave enfermedad que probablemente
haría que pronto exhalase su último aliento; aquel día estaba de mal humor así
que decidí enfrentarlo, le lancé un no muy sutil, ‘caraculo’. En su rostro se
sentía la frustración, en sus ojos se podía leer la ira, y como sus manos
demostraron, aquello no le agradó. Apenas tuve tiempo para ver su puño abalanzándose
sobre mi rostro; el suficiente como para esquivarlo para que después se
estrellase contra la pared, lo que provocó aún más ira en él haciendo que esta
vez intentase golpearme con una poderosa y feroz patada, esta si me alcanzó
pero no sufrí gran daño porque conseguí algo de cobertura gracias a una mochila
que había en el suelo. En ese instante me sentía en cólera, y simplemente,
perdí el norte. Mientras él seguía doliéndose del anterior golpe en su mano,
con una fuerza que nunca había sospechado tener, lo agarré del cuello con mi mano
izquierda y lo puse contra la pizarra lanzando esta vez el puño derecho repetidas
veces contra su vientre. En ese momento usted entró por la puerta.
No estoy haciendo esto porque crea que necesite ser exculpado de
mi acción, es simplemente para aclarar que no soy un mal chico, sino que lo que
realmente pasó es que la acción se desarrolló en el peor momento posible.
Mis más sinceras disculpas, Emil.