domingo, 13 de marzo de 2016

A la manera de Rubén Darío (pero esta vez a la japonesa)

Se levantaba una espléndida mañana, pero esta era diferente, era japonesa. Se olía en el ambiente que se inauguraba un día largo. El sol se vislumbraba de un tono muy rojizo, diferente al de mis queridos amaneceres toledanos que tanto añoraba, pero sabía que debía afrontar el día. 
Empecé desayunando, el desayuno japonés no es realmente exótico, es igual que aquellos que se sirven en países de habla inglesa nada más que con los productos de la zona (sopa de miso, pescado a la parrilla...) Seguí mi camino por el barrio tokiota de Akihabara, el cual sigue sorprendiéndome y asustándome hoy en día. Las tiendas de Akihabara eran poco comunes para cualquier persona criada en la cultura occidental ya que estas vendían artículos relacionados con series animadas pero de una manera inusual. La mayoría de estos ''juguetes'' son niñas extremadamente jóvenes que protagonizan las series y que o llevan poca ropa o la llevan con poco pudor. Sus compradores tampoco daban buena espina, el perfil se repetía con asiduidad; hombres alrededor de 40 años, la mayoría cubiertos por gorras y mascarillas.
Tras aquella experiencia continué hacia la reunión que me había traído hasta la ciudad nipona y después de aquellas agotadoras 2 horas de planificación de presupuestos por fin tuve un momento tranquilo, me acerqué a cenar a un restaurante de sushi y me asombró como fileteaban allí mismo el salmón antes de servirtelo. Fue algo espectacular.
¿Mis impresiones de Japón? Realmente no puede opinar ya que solo estuve allí por un día pero en general fueron bastante buenas (exceptuando el episodio en Akihabara.)


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